Peter Paul Rubens...



Autorretraro, 1623
Autorretrato (detalle), 1623
Óleo sobre tabla
86 x 62,5 cm
Windsor, Castillo de Windsor, The Royal Collection.

          Tal día como hoy, en 1577, nacía en Siegen (Alemania), el genio del Barroco y representante de la escuela flamenca Peter Paul Rubens. Después de estudiar sus obras, podemos decir que Rubens es todo un clásico en sus formas; de hecho, es el único que supo unir el clasicismo con lo exuberante o los impulsos, torsiones y teatralidad de sus figuras con las formas de un capitel corintio.  Pero no debemos olvidar que Rubens es, sobre todo, una de las figuras más importantes del Barroco, y, por lo tanto, su obra es un compendio de los grandes maestros que le precedieron, como Miguel Ángel, El GrecoVeronés y Tintoretto, ampliando los conocimientos pictóricos de Caravaggio y otorgándoles su propia técnica y talento.

Las tres Gracias
Las tres Gracias, 1636-1638
Óleo sobre tabla,
 221 x 181 cm
Madrid, Museo Nacional del Prado


          A la hora de abordar ciertos temas pictóricos, Rubens no dudará en dar ese toque insólito, propio de su pincelada aunque se trate de temas serios y religiosos. Le gusta la provocación y por ello no duda en plasmar en sus cuadros ese tono vital, esa energía, la extrema fecundidad,  la carne y el hierro que aparecen en sus obras, para evitar la solemnidad y la frialdad de la que hacen gala otros artistas. Este modo de trabajar, le valió a Rubens el reconocimiento como  “el Homero de la pintura” por parte del pintor francés Eugène Delacroix. Así pues, el movimiento de sus composiciones, sus figuras exuberantes y la gama cromática de su paleta, ponen claramente de manifiesto el carácter barroco en el que se engloban el conjunto de sus obras.



Retrato de Helena Fourment
Retrato de Helena Fourment, (detalle) 1630-1632
186 x 85 cm
óleo sobre tabla
Lisboa, Museu Calouste Gulbenkian

         Otro aspecto interesante a la hora de hablar de la figura de Rubens, es su estilo conocido como “rubeniano”: sus mujeres no “encajan” dentro de los modelos femeninos que anhelaban los pintores italianos del siglo XVI. Sus figuras de curvas voluptuosas, sus rasgos y los pliegues de sus carnes parecen  “demasiado real”. Estas formas generosas y opulentas lo acompañarán durante toda su trayectoria y lo llevarán a retratar a “la mujer más bella de Amberes": su amor, Elena Fourment

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